Decía Friedrich Nietzsche que son las mentes más profundas las que mayor compasión sienten por los animales. En Can Ribas, granja familiar de la comarca catalana de La Selva que colabora desde hace más de 13 años con Danone, los animales disfrutan de un trato digno y respetuoso, además de francamente compasivo.

Las 400 inquilinas de esta granja modelo, 200 vacas adultas y 200 terneras, reciben masajes y escuchan música clásica mientras se alimentan de forraje, cebada y maíz y se mueven con bastante libertad por los prados o se cobijan del sol matinal en amplios cobertizos de techos altos, sin estrecheces, incomodidades ni hacinamiento. Se las agrupa por edades para facilitar la convivencia y para que no compitan por los alimentos. Aunque ya no se les asignan nombres, como era costumbre en su día, sí se las identifica con un código digital de tres o cuatro cifras que las individualiza y permite, entre otras cosas, saber qué vaca se ha lastimado una pezuña o cuál está siguiendo algún tratamiento, bajo estricta supervisión veterinaria, para superar afecciones comunes, como un resfriado.